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Enfermedad de Crohn

Fecha de publicación: 28/01/2020

Autoría
Javier Francisco Viada (Hospital Infantil Universitario Niño Jesús, Madrid) y Laura Alonso Canal (Hospital San Rafael, Madrid)

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¿Qué es?

La Enfermedad Inflamatoria Intestinal hace referencia a un grupo de enfermedades crónicas que son: la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa, teniendo cada una sus peculiaridades. En la enfermedad de Crohn se puede inflamar cualquier tramo del tubo digestivo. La inflamación puede limitarse al recubrimiento interior del intestino, o extenderse a todas las capas del mismo produciendo pequeñas heridas (úlceras), estrecheces (estenosis) y otras complicaciones. Evoluciona en forma de brotes, es decir, habrá periodos en los que el niño presentará síntomas y otros en los que la enfermedad permanece inactiva (fase de remisión), siendo el número de brotes y su grado de afectación muy variable en cada caso.

¿Qué síntomas produce?

Dependen de la zona del tubo digestivo que esté afectada y de la etapa en la que se encuentre la enfermedad. El síntoma más frecuente es el dolor abdominal y suele comenzar de forma lenta. Puede aparecer diarrea con sangre, fiebre, cansancio, lesiones en la boca (aftas), pérdida de peso y disminución de la velocidad de crecimiento. Es frecuente que aparezcan lesiones en el ano en forma de pequeños bultos dolorosos (abscesos), fisuras, dolor o supuración. En la enfermedad de Crohn pueden estar afectados otros órganos como la piel, los ojos, los huesos, el hígado, etc. No existe ningún síntoma específico de esta enfermedad, por ello en ocasiones el diagnóstico es complicado y se demora su diagnóstico.

¿Por qué se produce?

Aunque no se conoce la causa de estas enfermedades, se sospecha que en su origen intervienen factores genéticos (herencia familiar) y ambientales como la dieta y el estilo de vida. Es más frecuente en algunas razas y en algunos países.

¿Cómo se diagnostica?

El diagnóstico se realiza por la historia clínica y diferentes pruebas indicadas por el pediatra o el especialista en gastroenterología pediátrica. Las pruebas, además, ayudan a descartar otras enfermedades que pueden producir síntomas parecidos. Las principales son: la analítica de sangre, el estudio de heces, las pruebas de imagen y la endoscopia digestiva. Las pruebas de imagen se solicitarán de forma individualizada según el objetivo que se requiera en cada situación, siendo siempre preferible el uso de aquellas exentas de radiaciones ionizantes, como son la ecografía y la resonancia magnética (RM). La endoscopia con biopsia es imprescindible en todos los casos para confirmar la enfermedad y determinar la extensión de la misma.

¿Cómo se trata?

Al tratarse de enfermedades crónicas, no se dispone de un tratamiento con capacidad de curar definitivamente la enfermedad. Pese a ello, disponemos de diferentes tratamientos cuyo objetivo es lograr el control de la inflamación activa y evitar las complicaciones secundarias.

El tratamiento constituye un reto y se irá modificando según el momento evolutivo en el que se encuentre el niño (brote o fase de remisión). Con él conseguiremos que estos enfermos crezcan y se desarrollen como los demás niños y mantengan una buena calidad de vida. Cuando se diagnostica la enfermedad, algunos pacientes pueden beneficiarse de un tratamiento mediante batidos especiales (tratamiento nutricional). Este tipo de tratamiento apenas tiene efectos secundarios, pero los batidos deben tomarse como único alimento durante un periodo de tiempo prolongado, lo que en ocasiones es difícil. Además existen muchos fármacos que se pueden utilizar. Entre ellos destacan los fármacos antiinflamatorios (corticoides) y los inmunosupresores. En determinadas ocasiones se requiere la resección quirúrgica de los tramos afectados de manera importante y que no responden al tratamiento médico; aunque pueda parecer una opción radical, en ocasiones es necesaria para el completo control de la inflamación o la resolución de las complicaciones.

Signos de alarma

Los signos de alarma de un brote de actividad de la enfermedad serían: la diarrea prolongada acompañada de sangre o moco con las deposiciones, el dolor abdominal mantenido o intermitente, la debilidad, el cansancio excesivo o la fiebre en ausencia de otra causa que la explique.