Información para familias

Hipertransaminasemia

Fecha de publicación: 07/03/2020

Autoría
Luis Grande Herrero (Hospital Universitario de Getafe)

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¿Qué es?

Las transaminasas son unas enzimas que se producen principalmente en las células del hígado y que se pueden medir en la sangre. Las más importantes son dos: la enzima glutámico-oxalacético abreviada como GOT (también llamada aspartato transaminasa o AST) y la enzima glutamico-pirú­vica abreviada como GPT (también llamada alanino transaminasa o ALT). El hígado es un órgano que desempeña importantes funciones en el cuerpo: almacena energía de los alimentos, fabrica proteínas, produce la bilis que ayuda a la digestión y se encarga de eliminar toxinas. Cuando el hígado se inflama o se lesiona se rompen sus células y se liberan estas enzimas al torrente sanguí­neo aumentando sus niveles, es decir, se produce hipertransaminasemia. En algunas ocasiones la hipertransaminasemia se produce sin que haya daño en el hígado: bien porque otros órganos también producen estas enzimas en pequeñas cantidades y si se lesionan también aumentan en sangre, bien por la presencia de un proceso intercurrente (infecciones, tóxicos, etc.)

¿Por qué se produce?

En la mayoría de las ocasiones en los niños es debido a una pequeña inflamación transitoria del hígado en el contexto de infecciones, sobre todo respiratorias o gastrointestinales. En estos casos en controles posteriores las transaminasas descienden hasta normalizarse. Si no se normalizan es preciso descartar otras patologías, sobre todo infecciones víricas específicas del hígado (hepatitis víricas), ingesta de tóxicos (sobre todo fármacos), enfermedades del sistema inmune que atacan al hígado, enfermedades genéticas, malformaciones del hígado y las vías biliares, enfermedades por depósito excesivo de toxinas que no es capaz de eliminar (exceso de grasa, de algunos meta­les…). En algunos casos no se llega a conocer la causa que lo produce.

¿Qué síntomas produce?

La inflamación del hígado en la mayoría de los casos produce síntomas poco específicos o no produce ningún síntoma. Según la causa concreta del proceso y el grado de daño hepático, el niño puede estar o no afectado. Al explorar al niño se buscan signos relevantes como el aumento del tamaño del hígado (hepatomegalia), el aumento del tamaño del bazo (esplenomegalia), la colora­ción amarillenta de la piel y las conjuntivas oculares (ictericia por problemas con la elaboración o depuración de las bilis) o el acúmulo de líquido en el abdomen (ascitis), pero en mucho niños no se observan. Si se trata de una hepatopatía grave pueden existir signos de afectación de otros órganos como el sistema nervioso, la piel o las células de la sangre.

¿Cómo se diagnostica?

En la mayoría de los niños es un hallazgo casual en un análisis aislado o realizado por algún moti­vo no relacionado con buscar un problema del hígado. Esta elevación se debe confirmar repitiendo el análisis tras pasar un tiempo de varias semanas. Si ha desaparecido, no hace falta hacer más pruebas. Si persisten elevadas será necesario realizar estudios enfocados a las enfermedades más frecuentes y que se sospechen según la historia clínica, los antecedentes personales y familiares y la exploración física del paciente. En la mayoría de los casos se realizan diferentes estudios ana­líticos y pruebas de imagen como la ecografía abdominal. En casos de difícil diagnóstico, o para confirmar determinadas patologías complejas que se sospechen, puede ser necesaria en última instancia una biopsia hepática.

¿Cómo se trata?

El tratamiento es el de la causa específica que lo produzca. En los casos en los que pueda estar en relación con infecciones víricas banales es una situación transitoria que no precisa ningún tra­tamiento.