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Los autores evaluaron la relación entre los valores de la elastografía hepática (FibroScan; Echosens, Francia) y la presencia y gravedad de la enfermedad hepática asociada a la fibrosis quística (EHFQ).

Para ello, se realizó un estudio transversal observacional en el que se incluyeron todos los pacientes entre 1 mes y 25 años afectos de fibrosis quística a los que se les efectuaba una elastografía hepática (ELH) en una visita de control. Los 249 pacientes con datos válidos fueron divididos según datos clínicos, bioquímicos, ecográficos y endoscópicos en tres grupos: pacientes sin EHFQ (158), pacientes con EHFQ sin hipertensión portal (HTP) (73) y pacientes con EHFQ e HTP (18).

La distribución de los valores de ELH, estratificados según los tres grados de gravedad de EHFQ, fueron: 4,4 kPa (3,8-5,4), 5,1 kPa (4,4-6,3) y 14,1 kPa (8,8-24,8), respectivamente. Las diferencias entre los tres grupos fueron estadísticamente significativas (p<0,001), con lo que los autores concluyen que la elastografía se correlaciona con la presencia y gravedad de la EHFQ.

Sin embargo, conviene destacar que el trabajo tiene algunas debilidades metodológicas que deben tenerse en consideración. En primer lugar, el patrón de referencia que se utiliza para valorar la validez de la prueba diagnóstica no es adecuado, ya que no proporciona una medida exacta y fiable del grado de EHFQ, a pesar de que son los criterios utilizados en la práctica clínica de forma habitual. El problema principal es que el verdadero patrón de referencia (que debería ser la biopsia hepática) es invasivo (y tiene el inconveniente adicional de que la afectación hepática de la FQ no es homogénea).

Por otro lado, a pesar de que las diferencias en los valores de ELH son estadísticamente significativas, éstas no son clínicamente relevantes ya que no permiten distinguir entre pacientes sin EHFQ y pacientes con lesión hepática sin HTP. A pesar que el área bajo la curva ROC para la ELH es buena (AUC: 0,91, intervalo de confianza del 95% de 0,81 a 1,00), al calcular las razones de verosimilitud (likelihood ratio) positiva y negativa para la elastografía se obtiene un resultado de 4,94 y 0,13, respectivamente, lo que indica que la potencia de la elastografía para distinguir entre paciente con y sin EHFQ es baja. La existencia de correlación entre la rigidez hepática y EHFQ no es suficiente para categorizar la ELH como una buena prueba para el diagnóstico de la EHFQ. Sí parece que pudiesen ser de utilidad las medidas repetidas en el mismo paciente para detectar la progresión de la enfermedad hepática.

Por tanto, los datos obtenidos en el estudio deben valorarse muy cuidadosamente, ya que la validez y fiabilidad no son las adecuadas.

Comentario por:

Jesús Quintero Bernabéu
Unidad Funcional de Hepatología y Trasplante Hepático Pediátrico.
Hospital Universitario Vall d’Hebron. Barcelona

Publicado el 08/06/2017